miércoles, 26 de marzo de 2014

LEÓN TOLSTOI



El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se hace”.
Este novelista ruso nació el 9 de septiembre 1828 en Moscú.
A los nueve años quedó huérfano, y se crió con unos parientes en un ambiente religioso y culto. Tuvo tutores franceses y alemanes.
A los 16 años, ingresó en la Universidad de Kazán, donde estudió lenguas y más tarde leyes. En 1847, insatisfecho, abandonó sus estudios. La Biblia se convirtió en uno de sus libros de cabecera.
Después de un breve intento por mejorar las condiciones de vida de los siervos de sus tierras, se metió de lleno en la alta sociedad aristocrática moscovita, a la que en sus diarios prometió reformar.
En 1851 decidió incorporarse al Ejército ruso. Allí estuvo en contacto con los cosacos, que se convertirían en los protagonistas de una de sus mejores novelas cortas, Los cosacos (1863).
Entre 1855 y 1856 escribió Sebastopol (1855-1856), tres historias basadas en la guerra de Crimea, de la cual fue oficial del ejército, y que narran recuerdos de su vida militar.
Interesado en la pedagogía, viajó por Inglaterra y Alemania, donde estudió los modernos métodos didácticos, que aplicó a la escuela modelo por él fundada en Yasnaia Polaina.
En 1862, se casó con Sofía Andréievna Bers, miembro de una culta familia de Moscú. Tuvo quince hijos.
Sus novelas más importantes fueron Guerra y paz (1863-1869) y  Ana Karenina (1873-1877. La primera es un retablo de la vida rusa durante las guerras de Napoleón. Siendo su obra maestra  Ana Karenina  que trataes de las costumbres de la sociedad rusa. Otra obra importante fue Mi confesión, testimonio de su crisis espiritual y de conciencia. La sonata a Kreutzer, Amo y criado y Resurrección, son obras en las que domina su preocupación ética junto a un análisis vigoroso y penetrante de la vida rusa.
A los 82 años, cayó enfermo de neumonía y, el 20 de noviembre de 1910, murió en una remota estación de ferrocarril.
Tolstoi, partidario de la no violencia y de la abolición de la propiedad, fue víctima de la contradicción entre su vida y sus convicciones morales. Profundamente convencido de que la única salvación sólo podría encontrarse en Dios, su misma fe le llevó a rechazar las instituciones y creencias de la iglesia rusa y a fijar como ideal de la vida la pobreza voluntaria y el trabajo manual. Intentó renunciar a sus bienes, pero la resistencia de su familia se lo impidió


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